domingo, 14 de septiembre de 2008

Sobre las nuevas tecnologías


Es increíble la gama de posibilidades que ofrece el programa sistemas de información de Excel. No bien acababa de asimilar los avances de Word para realizar comentarios al margen y todo eso cuando me toca observar este archivo tan maravilloso. La tecnología avanza a pasos agigantados y nosotros estamos convidados a aprovecharla. Me muero de ganas por aprender a usarlo (el archivero) y luego invitar a mis alumnos a que ellos también lo hagan. Se me ocurre que su uso puede estar guiado por los maestros de informática y que los contenidos pueden adecuarse a casi cualquier asignatura.
Por otra parte me temo que tendré que actualizar mi equipo, dado que algunos programas, como el de Word que usamos para el ejercicio anterior, ya son obsoletos, de modo que tuve que trabajar en la compu de mi hijo, la cual, por cierto, ya no quiero soltar.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Reflexiones sobre la lectura de Xavier Vargas Beal.

En un intento por esclarecer las dudas que muchos maestros han presentado sobre la forma en que el aprendizaje por competencias se aplicará en el diseño de los nuevos planes de estudio, el autor intenta profundizar en las diferentes acepciones que se han dado a términos que resultan indispensables para comprender esta nueva revolución educativa, tal es el caso de conceptos como aprendizaje significativo, aprendizaje situado y el papel del docente en este proceso.

De entrada Vargas Beal señala que muchos son los autores que coinciden en otorgar al concepto de competencia la capacidad de recurrir al aprendizaje significativo para solucionar problemas situados en la realidad.

Existen sin embargo algunos aspectos del enfoque por competencias que cuestiona el autor, como el papel que deben jugar las instituciones educativas en la formación de profesionistas que se incorporarán a un mercado laboral de una manera acrítica y poco propositiva, o si bien, las escuelas deberán preparan a los futuros profesionistas para estar en condiciones de cuestionar y, en su caso transformar aquellos sistemas productivos que resulten nocivos para la sociedad.

También está el peligro latente de que las universidades, y en nuestro caso las escuelas de educación media superior, sigan egresando alumnos que no se pueden incorporar al mercado laboral y terminen dedicándose a actividades que nada o poco tienen que ver con sus intereses reales.

Por otra parte, cómo revertir la idea de concebir competencia como un acto de competitividad “bajo el supuesto de que sólo siendo un buen competidor se puede ser competente”. Ante este panorama, el autor sugiere si no sería conveniente para el mundo de la academia entender y concebir la competencia “como una noción que incluyera un diálogo de ida y vuelta entre el objeto socio-profesional al que sirve utilitariamente y el objeto de estudio que la provee de significado y sentido”.


Pero, ¿qué es el aprendizaje significativo? ¿Es qué acaso puede haber un aprendizaje no significativo?

Primero una definición sobre el aprendizaje en sí. “Se aprende algo cuando el sujeto asimila información de la realidad a determinadas estructuras en el cerebro que luego permiten, a partir de la evocación de esa información incorporada, comprender nuevas realidades”. Al aprender, el ser humano debe transformarse, en función de los viejos y nuevos conocimientos que ha adquirido, lo cuales deberán servir para reorganizar su propio andamiaje de ideas. Luego entonces, el aprendizaje, si ocurre, siempre será significativo.

Pasemos ahora al concepto de aprendizaje situado, que con frecuencia tiende a simplificarse haciéndole creer al profesor que ello sólo ocurre si el alumno es llevado “al sitio” en el que deberá ocurrir el proceso de aprendizaje. Al respecto el autor subraya que: “No todo sitio, cognoscitivamente hablando, es un lugar físico y concreto, ni la acción humana es simple actividad”. Podemos afirmar entonces que el aprendizaje situado es aquel que enfrenta al alumno a situaciones problemáticas “cuyas exigencias de acción lo obligan a movilizar sus viejos conocimientos en pos de unos nuevos, reorganizando así sus propios esquemas de acción.”

Desde esta perspectiva, el papel del docente, es justamente el de preocuparse por conocer y responder lo más cerca posible a las necesidades cognocitivas del alumno, siendo consciente de que lo hace “ desde los propios marcos teóricos-prácticos de entendimiento y resolución de la realidad que el maestro tiene asimilados y que practica en su mundo profesional”. Así, “situar el aprendizaje, implica favorecer el descubrimiento, por parte del alumno, de su verdadero interés por aprender algo”.

Hay en este texto un aspecto muy interesante sobre la revalorización del discurso verbal en el aula como parte sustantiva de la acción. Al respecto convendría recordar que el lenguaje oral es un conjunto de signos fónicos que requieren del receptor un esfuerzo metal de interpretación, una forma de aprehender el significado profundo y cabal del sistema discursivo. Codificar y decodificar obligan, necesariamente al sujeto, a la reconstrucción del discurso y su significado. La historia del hombre ha demostrado que la oralidad ha sido (y seguirá siendo) una forma muy efectiva de transmitir el conocimiento.

Aprehender, desde el punto de vista del autor, quien a su vez se apoya en diversas teorías epistemológicas es “la apropiación del mundo de una determinada manera”, atrapar el conocimiento para adaptarlo y adecuarlo a las diferentes realidades. Aprehender =aprender.

Para finalizar esta reflexión, me gustaría citar al filósofo alemán Jürgen Habermans, quien en muy pocas palabras me orienta sobre el sentido de la educación al señalar que "La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser".

A manera de colofón o trivialidades de la tecnología.

Los recursos técnicos que ofrece el programa Word que, además de marcar te permite colocar comentarios al margen del texto me parecen sencillamente fascinantes. No acaban de sorprenderme los avances de la tecnología, de modo que corrijo, no hay nada de trivial en las nuevas herramientas tecnológicas y sí mucho por aprovechar.
Gracias.

viernes, 5 de septiembre de 2008

De la importancia de planear o, como reza el refrán, más vale prevenir que remediar.

Desde que inicié mi trabajo como docente, hace ya más de 16 años, me di cuenta de lo importante que es llegar al aula con un plan predeterminado y muy bien estructurado a fin de que la experiencia docente fuera menos estresante y fructífera. Ya en otras reflexiones he contado cómo sufrí yo y seguramente mis alumnos cuando llegaba al salón a improvisar. En ocasiones la cosa marchaba más o menos bien, pero la mayoría de las veces el resultado fue lamentable. Aprendí entonces que el asunto consistía en planificar.
La planeación académica ofrece al docente la oportunidad de vislumbrar, de adelantarse a las acciones y actividades que deberían ocurrir en el aula. Por supuesto que durante las actividades surgen situaciones no previstas, para lo cual el profesor deberá contar con un plan b, que le permita sacar avante el curso sin mayores contratiempos.
Para este ejercicio de planeación por un tiempo recurrí a las herramientas que la propia institución me ofertaba, es decir, la carta descriptiva. Corrían los primeros años de la década de los ochentas y estaba en boga la tecnología educativa. Por entonces ese modelo, combinado con mi propia experiencia como estudiante de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), parecían suficientes.
Luego vino la didáctica crítica y con ella el constructivismo. Para muchos, entre lo que yo me cuento, esto significó una verdadera revolución. El alumno era visto por primera vez como un individuo capaz de desarrollar su potencial crítico frente al mundo que le rodeaba. El profesor, por su parte, ya no era contemplado como el non plus ultra del conocimiento, el sabelotodo que dictaba cátedra para que sus pupilos memorizaran y aceptaran sin chistar toda esa “sabiduría”.
Durante la década de los noventa pedagogos de la talla de Vigostky, Ausbel y Piaget comenzaron a estar en boca de muchos docentes preocupados por lo que se denominó el aprendizaje significativo. El trabajo de planeación comenzó a estructurarse a partir de guía didáctica (programa analítico), cuyo principal objetivo era evitar la improvisación y la rutina, privilegiando el aprendizaje por encima de la enseñanza, apoyados en la premisa de que el alumno va construyendo su propio conocimiento a partir de aprendizajes previos (constructivismo).
Empero, el trabajo científico que guía el quehacer docente no se detiene y hoy, en los albores de Siglo XXI los paradigmas vuelven a modificarse con vistas al aprendizaje por competencias, cuyo principal enfoque es estimular el trabajo cooperativo a través del aprendizaje basado en proyectos. La nueva concepción pedagógica demanda a su vez de un trabajo de planeación muy específico en el que todos los involucrados (maestros y alumnos) deben tener muy claros sus objetivos, a fin de que el proyecto se planee y lleve a cabo de manera efectiva. La planeación de proyectos que propicien el desarrollo de competencias se basa en seis principios, a saber: autenticidad, rigor académico, aplicación del aprendizaje, exploración activa, interacción con adultos y evaluación.
Poco a poco los profesores nos vamos familiarizando con este nuevo modelo, convencidos de que el aprendizaje por proyectos reporta una gran cantidad de beneficios, como es el hecho de vincular a los estudiantes con un mundo real más allá del aula, incrementa la motivación, ofrece oportunidades para realizar contribuciones en la escuela y en la comunidad.
Es posible que muchos de nosotros, los docentes, ya antes hayamos puesto en práctica proyectos de aprendizaje sin ser muy conscientes de que estábamos aplicando el nuevo modelo (programas radiofónicos para la comunidad estudiantil, ciclos de cine, jornadas de limpieza y protección ambiental, muestras y exposiciones colectivas, etc). Sin embargo, dichas experiencia nos permitieron constatar en carne propia los beneficios del aprendizaje basado en proyectos. Hoy esa experiencia se nutre del estudio de expertos que nos ayudan a sistematizar nuestra tarea docente. En adelante intentaremos incorporar cada día más actividades que involucren el trabajo colectivo vinculado a la realidad que enfrentan nuestros estudiantes.
Es posible que en unas década más los paradigmas de la educación registren nuevos cambios, así es de dialéctico nuestro mundo, pero la planeación, el tabajo proyectado hacia el futuro inmediato del aula, seguirá siendo herramienta auxiliar para el maestro porque, ya lo dice la sabiduría popular, más vale prevenir, que remediar.

miércoles, 27 de agosto de 2008

comunicarse

Es posible que nadie se asome a Minucias. Estamos muy ocupados pensando en las estrategias de aprendizaje que aplicaremos en clase mañana con nuestros alumnos, entregar el reporte sobre el examen diagnóstico, pensar en las efemérides de septiembre para el periódico mural, por cierto, se acerca el cuarenta aniversario de la matanza en Tlatelolco y esto puede ser útil para hacer también un encadenamiento de lectura . Tengo que leer un chingo de hojas y comenzar a hacer mi tarea, quisiera ir al cine hoy que es dos x uno y pasar un rato agusto con mi compañero, con mi marido pues, que anda medio agüitado y necesita de mi apoyo. Escribir todo esto me relaja, de otro modo pienso que estallaría. Ahora me siento mejor, un poco más relajada, Creo que escribir puede ser terapeutico, habría que recomendárselo a los suicidas. Me lo voy a tomar con calma, primero una cosa y luego la otra. Voy a echar un vistazo al libro nuevo de Estrategias 5 y luego, tras una buena caminata, me pondré a leer lo de la especialidad y algo le iré avanzando.

sábado, 23 de agosto de 2008

Con la vista puesta en los retos del nuevo milenio

La revolución de las técnicas de infomación y comunicación, aunado a los acelerados procesos de globalización registrados en las últimas décadas del pasado milenio a algunos nos tomaron por sorpresa. De pronto el cambio ya había ocurrido y las cosas que habíamos aprendido y que estabamos enseñando ya no eran suficientes. El mundo había cambiado y con él las exigencias y los retos de este nuevo milenio que apenas cuenta con 8 años de edad.
Los maestros de hoy tenemos que adecuarnos a los nuevos tiempos, saber utilizar las TIC y estar concientes de las implicaciones de la globalización, de modo que la actividad docente esté encaminada a promover una adecuada preparación de los estudiantes, a finde que éstos sean capaces de armonizar con las exigencias del mundo actual.
Cada profesor, desde la perspectiva de su disciplina, habrá de orientar su instrucción de tal manera que sus programas académicos se enriquezcan con temas interdisciplinarios y el desarrollo de competencias que den respuesta a los retos del Siglo XXI.
Conocer las asignaturas básicas y temas del siglo XXI, los temas interdisciplinarios y las competencias de aprendizaje e innovación, resulta de gran ayuda para que el profesor vaya elaborando un plan de actividades (planeación académica o planeación de intervención educativa) que le permita estructurar su quehacer educativo de acuerdo a las demandas de los tiempos que corren.
Las islas académicas se acabaron, hoy es tiempo del trabajo interdisciplinario.

viernes, 15 de agosto de 2008

Atrapados en la red

Por Ángeles Carballar Fuentes y Myrna Angulo Larrey
14 de agosto del 2008-08
De la importancia de formar lectores:
Mucho se ha dicho ya sobre el enorme déficit que presenta nuestro país en materia de lectores, librerías y bibliotecas. Hasta hace un par de años se sabía por ejemplo que en México se leía un promedio de libro y medio por habitante, cifra alarmante si se comparaba con el número de libros leídos en los países desarrollados e incluso por naciones con las que nuestro país comparte similar desarrollo socioeconómico. La situación tocó fondo cuando se supo que además de haber pocos lectores, nuestro país presentaba serias dificultades en materia de lectura de comprensión; es decir, leemos poco y mal.
Claro, no faltará quien diga que esto es una exageración, que aunque pocos, los lectores mexicanos son tan buenos como el que más. No se trata en estas líneas de disertar sobre estas precisiones, sino de explicar que es justamente en este contexto, en el de las magras prácticas lectoras de nuestro país, que surge la materia de Estrategias de Lectura y Escritura, en un intento por revertir estas tendencias.
Estrategias de Lectura y Escritura es una asignatura que se imparte en quinto y sexto semestre del sistema Cobach. El propósito de esta disciplina es desarrollar en el bachiller el gusto por la lectura y la escritura, con miras a formar lectores y escritores, personas que puedan disfrutar del placer de un texto y que sean capaces de expresar sus ideas y emociones a través de la escritura.
Para lograr tan noble propósito, el programa de la asignatura ofrece al profesor que la imparte una amplia libertad de cátedra que le permite poner en práctica diferentes métodos que acerquen a los estudiantes a una gran variedad de textos, que se apropien de ellos y que sean capaces de compartirlos a través de la lectura en voz alta o de socializarlos por medio de la oralidad.
Los recursos didácticos de que dispone un docente para poner en práctica las estrategias de enseñanza serán tan diversos como su imaginación y preparación se lo permitan. En este sentido deseamos destacar en la enorme ventaja que ofrece el Internet como herramienta inagotable de variedades textuales.
¿Y por qué Internet?
¿Y por qué no? El enorme acerbo informativo, documental y de análisis que ofrece esta herramienta permite al profesor y al alumno acceder a bibliotecas, hemerotecas, periódicos, museos, blogs y un vasto número de sitios a los que se puede acceder para interactuar con los diferentes tipos de textos.
Se trata pues de hacer a un lado toda clase de prejuicios respecto al uso del Internet por parte de los alumnos y aprovechar esta herramienta con base en estrategias bien estructuradas que permitan “sacarle jugo” , como decimos coloquialmente.
Por supuesto no es cuestión de enfocar toda nuestra tarea didáctica sólo a Internet, sino justamente usarlo en aquellos temas o aspectos del proceso enseñanza aprendizaje en los que no contamos con suficiente información y recursos, o bien para complementar ciertos temas o realizar consultas e investigaciones.
Durante nuestra incursión a los sitios de Internet recomendados en este módulo y otros que descubrimos en el camino algunas páginas que nos serán de gran ayuda para estimular la lectura en voz alta, a través de la lectura en atril de diferentes textos poéticos musicalizados -paracaídasquenoabre.com-, biografías y obras de escritores –unarealidaddiferente-, artículos y ensayos sobre las ventajas de practicar la lectura -como leer (mejor) en voz alta- y proyectos de lectura para centros escolares –plce-.
Como se ve, estimular la práctica de la lectura en las aulas no es tarea sencilla, pero con imaginación y voluntad, mucho podremos contribuir en la formación de lectores. No se trata de leer mucho y mal, sino de leer con placer.

jueves, 7 de agosto de 2008

Mi confrontación con la docencia

Luego de leer Cartas a quien pretende enseñar, de Paulo Freire, y La aventura de ser maestro, de José M. Esteve, he decidido suprimir gran parte de mi escrito “Mi confrontación con la docencia”, sobre todo porque mucho dice sobre lo que estudié y a qué me dedicaba antes de ser maestra. Y no es que eso no importe, sólo que ahora creo que todos estamos ávidos de “tomar el toro por los cuernos” y referirnos, sobre todo a nuestra práctica docente.
Tanto la lectura de Freire, como la de Esteve despertaron en mí un gran entusiasmo, empatía y respeto. Me gusta la claridad y secillez con la que ambos maestros expresan su visión y experiencia sobre la docencia. De Freire rescato la idea de que “el enseñar no existe sin el aprender” . Cuántas veces preparando nuestras clases hemos vivido el proceso del aprendizaje y ello ha contribuido para reconocer los problemas y dificultades con las que se pudieran encontrar nuestros propios alumnos. Cuando estudiamos nosostros, los maestros, de alguna manera pasamos por los mismos apuros por los que pasarán nuestros pupilos a la hora de aprender. Pero claro, luego que aprendimos la lección se nos comienza a olvidar el proceso y llegamos al aula con ínfulas de “lo tengo dominado, siempre lo he sabido, cómo es que no le entienden”. Se nos olvidan los vericuetos por los que pasamos a la hora de adquirir dichos conocimientos y habilidades.
Por otra parte y quizá porque con el paso del tiempo mi actividad docente se ha enfocado sobre todo al estímulo de la lectura, me gusta mucho la importancia que Freire le da a ésta como vehículo de aprendizaje (no el único, subraya). “El acto de estudiar –dice- siempre implica el acto de leer” y … “Es que –continúa- enseñar a leer es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión”. Este autor también destaca la importancia del uso del diccionario en el aula, al comparar el quehacer de un estudiante con el de un profesional de la construcción: “Así como el albañil no puede prescindir de un conjunto de instrumentos de trabajo, sin los cuales no levantará las paredes de la casa que está construyendo, del mismo modo el lector estudioso precisa de ciertos instrumentos fundamentales sin los cuales no puede leer o escribir con eficiencia”.
El texto del maestro José Manuel Esteve no fue menos estimulante. Me hizo recordar esos primeros encuentros con la docencia que hacían que casi me diera chorrillo antes de entrar al aula a principios de cada semestre. Algunas veces me aventuré sin un plan establecido y aquello resultaba un desastre; otras no podía salirme del guión prefabricado. En fin, el maestro Esteve es grande y sabe de lo que habla.
Me gusta esta concepción del maestro de humanidad, esta idea de rescatar para nuestros educandos “el sentido de lo fundamental permitiéndoles entenderse a sí mismos y explicar el mundo que les rodea”. En verdad que no siempre nos cuestionamos sobre la utilidad y la actualidad de lo que enseñamos. No siempre “enganchamos” los contenidos con lo que los alumnos saben, con lo que han vivido, con lo que les puede preocupar.
Respecto a ser un buen interlocutor, recuerdo que en algunas de mis primeras experiencias docentes “no soltaba el micrófono”, creía que un buen maestro era el que hablaba y hablaba a sus alumnos, demostrándoles cuánto sabía. Luego por suerte me tocó asistir a un curso con un maestro que hacía lo mismo y, viéndome en ese espejo, me di cuenta de cuán equivocada estaba. Hoy me sumo a la opinión de Esteve: “No sólo hay que presentar correctamente nuestros contenidos, sino también saber escuchar, preguntar y distinguir claramente el momento en que debemos abandonar la escena”, o, dicho en otros términos, soltar el micrófono.
Respecto al rubro de la disciplina, la experiencia me ha demostrado que cuando has planeado adecuadamente tu clase y sabes qué es lo que les vas a pedir a los alumnos, los problemas de disciplina son mínimos. En todo caso, como dice el maestro Esteve, “el razonamiento y el diálogo son la mejores armas” para lograr un ambiente lúdico y de respeto en el aula.
Para cerrar con broche de oro refirámonos al orgullo de ser profesor. Es cierto que hoy por hoy la actividad del maestro se ha visto menospreciada. En general el amor al conocimiento ha sido relegado por un fervor al poder y al dinero; con todo, hoy por hoy aún existe un grupo de la sociedad que no ha perdido la brújula y reconoce en el maestro a un profesionista de respeto y admiración. Todos guardamos el vivo recuerdo de quellos profesores que nos inspiraron y que, como Freire y Esteve hoy nos siguen enseñando.

De cómo fue que vine a parar aquí

Estudié la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana hace ya más de 25 años. Entonces ser comunicólogo era toda una novedad. Lo que más se acercaba a esta profesión era periodismo, que ya se impartía en muchas otras universidades desde tiempo atrás.
Sin lugar a dudas el cine y la fotografía fueron las dos grandes razones que me llevaron a estudiar esta carrera; sin embargo, poco a poco el periodismo fue tomando un lugar preponderante en ni actividad académica, dado que inicié mi servicio social como reportera de una revista estudiantil.
Durante mis estudios universitarios realizaba diversos trabajos que poco o nada tenían que ver con mis estudios. Luego, un año antes de concluir mi carrera, comencé a trabajar como redactora de noticias en una estación de radio (Radio-UNAM). Al término de mi instrucción profesional ya estaba yo totalmente familiarizada con el periodismo. El cine seguía y sigue siendo una de mis pasiones más intensas, pero desde el lado de la butaca y no en la silla del director.
Mi trabajo en la radio se prolongó por siete años, tres de los cuales combiné además con el trabajo de redactora y reportera en una agencia de noticias (Notimex), empresa que me ofreció la corresponsalía financiera en Tijuana, lejana ciudad fronteriza que ofrecía (creía yo) un cúmulo de oportunidades de crecimiento.
Realicé mi trabajo de corresponsal durante algunos meses (casi un año), cuando una buena amiga me comentó de la posibilidad de entrar a trabajar como profesora en el Cobach. La escuela necesitaba una maestra de Taller de Lectura y Redacción y yo cubría el perfil requerido. La comodidad del horario y la cercanía del plantel con respecto a mi domicilio hicieron muy atractiva la propuesta, de modo que entré a la docencia a probar suerte.
El contacto con los muchachos, la dinámica del trabajo y las posibilidades que veía (y sigo viendo) de contribuir en la formación educativa de un buen puñado de muchachos, me hizo encontrar en esta profesión una gran satisfacción y realización como ser humano.
Al principio no fue fácil. Conocía los conceptos ( no todos, algunos los tenía que revisar y estudiar hasta altas horas de la noche), pero lo más compliado era aplicar técnicas (hoy les llamo estrategias) que me permitieran atraer la atención de grupos muy numerosos, con muchachos en edades que versaban entre los 15 y 16 años.
Lo que hacía entonces ( y sigo haciendo hoy ) es que me empataba con ellos, es decir, me trataba de acordar cómo era yo en esos tiempos, cuáles eran mis intereses, qué asuntos me motivaban, qué me caía gordo de mis profes y qué me gustaba de ellos. Creo que eso me ayudaba un poco mantener un ambiente de camaradería con mis pupilos. Por otro lado, intuía que debía probarles a los muchachos que ralmente los podía intruir, que sabía de lo que hablaba y que conmigo podrían aprender algunas cosas útiles para su vida.
Ya lo había dicho en comentarios anteriores, la práctica docente vino a refrendar el dicho aquel de que enseñar es aprender dos veces, de modo que constantemente procuro estar actualizada y poner en práctica las estrategias que me permiten lograr mejores resultados de aprendizaje en el aula.
Por un tiempo solía comparar mi trabajo como el que realizan los jugadores de fútbol en la cancha, en donde los muchachos y yo éramos los integrantes de un equipo; la ignoracia nuestro rival. Cuando las cosas en el aula salían bien, sentía como que habíamos jugado un buen partido. Cuando no, pues salía cabizbaja pensando que requería cambiar la estrategia.
Hace tiempo que no recurro a esa metáfora, ahora me gusta pensar en mi actividad con más objetividad, como una ciencia. La docencia como ciencia. Una ciencia social que demanda responsabilidad, ética y compromiso.
Como muchas áreas de la actividad científica en nuestro país, en la práctica docente existen enormes rezagos, como falta de presupuesto (o mala distribución del mismo), problemas de infraestructura, más investigación, además de sindicalismo corporativista, aviadurismo y muchos otros males que no quisiera enumerar aquí, pero, parafraseando a Cristina Pacheco: “Aquí nos tocó estar” y más vale que lo hagamos bien y con gusto, porque en ello va nuestro compromiso profesional.