jueves, 18 de febrero de 2010

Yoga

Corrían finales de los 60's y principios de los 70's. Cursaba yo el tercero o cuarto de primaria. Tenía entonces 8 ó 9 años. Por un tiempo nos quedamos sin clases de gimnasia y entonces la profesora Genoveva, que era muy gorda y apenas se podía mover, me ponía a mí a dar la clase de yoga a mis compañeros. Salíamos al patio en camiseta y short blancos. Corríamos un rato y luego la profesora nos acomodaba en cinco o seis líneas de 7 o seis chamacos. Yo enfrente. Entonces comenzaba a hacer diferentes posiciones que bautizaba según recordaba su nombre y mis compañeros tratando de imitar las figuras: que la flor de loto, que el árbol, que ahora para atrás con las piernas dobladas, que el arco, que para arriba con los pies hacia el cielo, que la cigüeña y ... Todas las posiciones (ahora sé que se llaman ásanas) las tomaba yo de un libro de pasta roja que había en casa. Yoga para todos se llamaba. Yo nadamás veía las fotos y leía el pie de foto, con eso era suficiente para imitar las formas. Era muy flexible y me resultaba retador y divertido. Los discípulos, mis compañeros, seguían atentos mis indicaciones y a mí eso no me sorprendía. Ahora que han pasado casi cuarenta años, me lo explico pensando que también para ellos resultaba placentero y divertido estirarse tratando de lograr posiciones chistosas.
Recordé todo este episodio hoy mientras realizaba un relajación en mi clase de Yoga. Me tocó dar la clase porque el profesor no fue, yo me ofrezco y mis compañeros complacidos aceptan mi dirección. A mí me da una gran satisfacción poder coordinar la actividad, me siento feliz de que ellos confíen en mí y no puedo dejar de pensar que todo comenzó con aquel libro de pastas rojas y fotos en blanco y negro que me enganchó.

martes, 2 de febrero de 2010

La escritura para divertirnos.

Una de las actividades que propongo a mis alumnos en clase de Estrategias de Lectura y Escritura consiste en escribir un cuento corto. El texto debe estar conformado por puras palabras que empiecen con la misma letra (puede ser vocal o consonante). Es un ejercicio divertido y al mismo tiempo les permite a los muchachos ejercitar la estructura del cuento: introducción, desarrollo y desenlace.
A continuación ofrezco a mi lector uno de los ejemplos que yo misma elaboré en clase. También voy a compartir un ejemplo que me gustó de un par de alumnas.

Amaneció

Ácaros atacaron almohada al amanecer.
Amanda alarmada amenazó aniquilarlos, asesinarlos.
¡Animales abusivos¡, advirtió.
Acabaré administrándoles arsénico al atardecer.
Atarantados, ácaros abandonaron aposento al anochecer.

Acabó aquí

Otra forma divertida es escribir un texto breve usando una sola vocal, no importa con qué consonante empiece. Como hizo Óscar de la Borbolla en su antología Las vocales malditas.
Veamos un ejemplo que se me acaba de ocurrir.

La araña aplastada

Paca la araña acampa. Ana, alarmada, la ataca, la aplaca hasta aplastarla,acabarla.

Tan-tan

Bueno, en otra ocasión incluiré otros ejemplos de esta última propuesta. Por lo pronto va el texto prometido de mis alumnas.

Eugenio el elefante escandaloso

Estaba Elena en el espectáculo. El elefante era enorme; ella escamada examinaba escena. El elefante está emocionado, exasperado. Ella, entretanto, espera Esteban, el equilibrista.
El elefante escandaloso estropeó el enrejado, entorpeció el espectáculo. El empleado empeñose en entender el estrago. El elefante embistió el escaparate. El empleado exitósamente encarceló el enorme elefante escandaloso engañándolo. Esteban entendió el enojo de este elefante, entonces extrajo especias, Eugenio el elefante, engullolas, entonces encantado estuvo.
Elena eliminó espanto, embelleció, encontrose equilibrista, espectáculo entusiasmada examinó.
End

Por Silvia Ninozhka Andonaegui y Martha Corina Sotelo R

Esto es todo en esta entrega. Nos vemos pronto (espero) en una nueva experiencia con las letras.