domingo, 14 de septiembre de 2008

Sobre las nuevas tecnologías


Es increíble la gama de posibilidades que ofrece el programa sistemas de información de Excel. No bien acababa de asimilar los avances de Word para realizar comentarios al margen y todo eso cuando me toca observar este archivo tan maravilloso. La tecnología avanza a pasos agigantados y nosotros estamos convidados a aprovecharla. Me muero de ganas por aprender a usarlo (el archivero) y luego invitar a mis alumnos a que ellos también lo hagan. Se me ocurre que su uso puede estar guiado por los maestros de informática y que los contenidos pueden adecuarse a casi cualquier asignatura.
Por otra parte me temo que tendré que actualizar mi equipo, dado que algunos programas, como el de Word que usamos para el ejercicio anterior, ya son obsoletos, de modo que tuve que trabajar en la compu de mi hijo, la cual, por cierto, ya no quiero soltar.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Reflexiones sobre la lectura de Xavier Vargas Beal.

En un intento por esclarecer las dudas que muchos maestros han presentado sobre la forma en que el aprendizaje por competencias se aplicará en el diseño de los nuevos planes de estudio, el autor intenta profundizar en las diferentes acepciones que se han dado a términos que resultan indispensables para comprender esta nueva revolución educativa, tal es el caso de conceptos como aprendizaje significativo, aprendizaje situado y el papel del docente en este proceso.

De entrada Vargas Beal señala que muchos son los autores que coinciden en otorgar al concepto de competencia la capacidad de recurrir al aprendizaje significativo para solucionar problemas situados en la realidad.

Existen sin embargo algunos aspectos del enfoque por competencias que cuestiona el autor, como el papel que deben jugar las instituciones educativas en la formación de profesionistas que se incorporarán a un mercado laboral de una manera acrítica y poco propositiva, o si bien, las escuelas deberán preparan a los futuros profesionistas para estar en condiciones de cuestionar y, en su caso transformar aquellos sistemas productivos que resulten nocivos para la sociedad.

También está el peligro latente de que las universidades, y en nuestro caso las escuelas de educación media superior, sigan egresando alumnos que no se pueden incorporar al mercado laboral y terminen dedicándose a actividades que nada o poco tienen que ver con sus intereses reales.

Por otra parte, cómo revertir la idea de concebir competencia como un acto de competitividad “bajo el supuesto de que sólo siendo un buen competidor se puede ser competente”. Ante este panorama, el autor sugiere si no sería conveniente para el mundo de la academia entender y concebir la competencia “como una noción que incluyera un diálogo de ida y vuelta entre el objeto socio-profesional al que sirve utilitariamente y el objeto de estudio que la provee de significado y sentido”.


Pero, ¿qué es el aprendizaje significativo? ¿Es qué acaso puede haber un aprendizaje no significativo?

Primero una definición sobre el aprendizaje en sí. “Se aprende algo cuando el sujeto asimila información de la realidad a determinadas estructuras en el cerebro que luego permiten, a partir de la evocación de esa información incorporada, comprender nuevas realidades”. Al aprender, el ser humano debe transformarse, en función de los viejos y nuevos conocimientos que ha adquirido, lo cuales deberán servir para reorganizar su propio andamiaje de ideas. Luego entonces, el aprendizaje, si ocurre, siempre será significativo.

Pasemos ahora al concepto de aprendizaje situado, que con frecuencia tiende a simplificarse haciéndole creer al profesor que ello sólo ocurre si el alumno es llevado “al sitio” en el que deberá ocurrir el proceso de aprendizaje. Al respecto el autor subraya que: “No todo sitio, cognoscitivamente hablando, es un lugar físico y concreto, ni la acción humana es simple actividad”. Podemos afirmar entonces que el aprendizaje situado es aquel que enfrenta al alumno a situaciones problemáticas “cuyas exigencias de acción lo obligan a movilizar sus viejos conocimientos en pos de unos nuevos, reorganizando así sus propios esquemas de acción.”

Desde esta perspectiva, el papel del docente, es justamente el de preocuparse por conocer y responder lo más cerca posible a las necesidades cognocitivas del alumno, siendo consciente de que lo hace “ desde los propios marcos teóricos-prácticos de entendimiento y resolución de la realidad que el maestro tiene asimilados y que practica en su mundo profesional”. Así, “situar el aprendizaje, implica favorecer el descubrimiento, por parte del alumno, de su verdadero interés por aprender algo”.

Hay en este texto un aspecto muy interesante sobre la revalorización del discurso verbal en el aula como parte sustantiva de la acción. Al respecto convendría recordar que el lenguaje oral es un conjunto de signos fónicos que requieren del receptor un esfuerzo metal de interpretación, una forma de aprehender el significado profundo y cabal del sistema discursivo. Codificar y decodificar obligan, necesariamente al sujeto, a la reconstrucción del discurso y su significado. La historia del hombre ha demostrado que la oralidad ha sido (y seguirá siendo) una forma muy efectiva de transmitir el conocimiento.

Aprehender, desde el punto de vista del autor, quien a su vez se apoya en diversas teorías epistemológicas es “la apropiación del mundo de una determinada manera”, atrapar el conocimiento para adaptarlo y adecuarlo a las diferentes realidades. Aprehender =aprender.

Para finalizar esta reflexión, me gustaría citar al filósofo alemán Jürgen Habermans, quien en muy pocas palabras me orienta sobre el sentido de la educación al señalar que "La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser".

A manera de colofón o trivialidades de la tecnología.

Los recursos técnicos que ofrece el programa Word que, además de marcar te permite colocar comentarios al margen del texto me parecen sencillamente fascinantes. No acaban de sorprenderme los avances de la tecnología, de modo que corrijo, no hay nada de trivial en las nuevas herramientas tecnológicas y sí mucho por aprovechar.
Gracias.

viernes, 5 de septiembre de 2008

De la importancia de planear o, como reza el refrán, más vale prevenir que remediar.

Desde que inicié mi trabajo como docente, hace ya más de 16 años, me di cuenta de lo importante que es llegar al aula con un plan predeterminado y muy bien estructurado a fin de que la experiencia docente fuera menos estresante y fructífera. Ya en otras reflexiones he contado cómo sufrí yo y seguramente mis alumnos cuando llegaba al salón a improvisar. En ocasiones la cosa marchaba más o menos bien, pero la mayoría de las veces el resultado fue lamentable. Aprendí entonces que el asunto consistía en planificar.
La planeación académica ofrece al docente la oportunidad de vislumbrar, de adelantarse a las acciones y actividades que deberían ocurrir en el aula. Por supuesto que durante las actividades surgen situaciones no previstas, para lo cual el profesor deberá contar con un plan b, que le permita sacar avante el curso sin mayores contratiempos.
Para este ejercicio de planeación por un tiempo recurrí a las herramientas que la propia institución me ofertaba, es decir, la carta descriptiva. Corrían los primeros años de la década de los ochentas y estaba en boga la tecnología educativa. Por entonces ese modelo, combinado con mi propia experiencia como estudiante de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), parecían suficientes.
Luego vino la didáctica crítica y con ella el constructivismo. Para muchos, entre lo que yo me cuento, esto significó una verdadera revolución. El alumno era visto por primera vez como un individuo capaz de desarrollar su potencial crítico frente al mundo que le rodeaba. El profesor, por su parte, ya no era contemplado como el non plus ultra del conocimiento, el sabelotodo que dictaba cátedra para que sus pupilos memorizaran y aceptaran sin chistar toda esa “sabiduría”.
Durante la década de los noventa pedagogos de la talla de Vigostky, Ausbel y Piaget comenzaron a estar en boca de muchos docentes preocupados por lo que se denominó el aprendizaje significativo. El trabajo de planeación comenzó a estructurarse a partir de guía didáctica (programa analítico), cuyo principal objetivo era evitar la improvisación y la rutina, privilegiando el aprendizaje por encima de la enseñanza, apoyados en la premisa de que el alumno va construyendo su propio conocimiento a partir de aprendizajes previos (constructivismo).
Empero, el trabajo científico que guía el quehacer docente no se detiene y hoy, en los albores de Siglo XXI los paradigmas vuelven a modificarse con vistas al aprendizaje por competencias, cuyo principal enfoque es estimular el trabajo cooperativo a través del aprendizaje basado en proyectos. La nueva concepción pedagógica demanda a su vez de un trabajo de planeación muy específico en el que todos los involucrados (maestros y alumnos) deben tener muy claros sus objetivos, a fin de que el proyecto se planee y lleve a cabo de manera efectiva. La planeación de proyectos que propicien el desarrollo de competencias se basa en seis principios, a saber: autenticidad, rigor académico, aplicación del aprendizaje, exploración activa, interacción con adultos y evaluación.
Poco a poco los profesores nos vamos familiarizando con este nuevo modelo, convencidos de que el aprendizaje por proyectos reporta una gran cantidad de beneficios, como es el hecho de vincular a los estudiantes con un mundo real más allá del aula, incrementa la motivación, ofrece oportunidades para realizar contribuciones en la escuela y en la comunidad.
Es posible que muchos de nosotros, los docentes, ya antes hayamos puesto en práctica proyectos de aprendizaje sin ser muy conscientes de que estábamos aplicando el nuevo modelo (programas radiofónicos para la comunidad estudiantil, ciclos de cine, jornadas de limpieza y protección ambiental, muestras y exposiciones colectivas, etc). Sin embargo, dichas experiencia nos permitieron constatar en carne propia los beneficios del aprendizaje basado en proyectos. Hoy esa experiencia se nutre del estudio de expertos que nos ayudan a sistematizar nuestra tarea docente. En adelante intentaremos incorporar cada día más actividades que involucren el trabajo colectivo vinculado a la realidad que enfrentan nuestros estudiantes.
Es posible que en unas década más los paradigmas de la educación registren nuevos cambios, así es de dialéctico nuestro mundo, pero la planeación, el tabajo proyectado hacia el futuro inmediato del aula, seguirá siendo herramienta auxiliar para el maestro porque, ya lo dice la sabiduría popular, más vale prevenir, que remediar.